La innovación y la creatividad forman parte del ADN del ser humano desde que nuestros antepasados descubrieron el fuego o inventaron la rueda. Las sucesivas revoluciones industriales se cimentaron en los avances tecnológicos y la siguiente que estamos por vivir se diferencia notablemente de las anteriores por un pequeño pero importante detalle: el perfil del emprendedor.
Además de preocuparse por arrancar y consolidar su negocio, lo que caracteriza a la nueva persona emprendedora es una visión más holística, donde los valores sociales y medioambientales están integrados en el centro de la innovación y son el motor que empuja el desarrollo tecnológico.
A esto se le conoce como Deep tech, nombre que parece evocar la ‘garganta profunda’ del Caso Watergate que acabó con la presidencia de Richard Nixon. Según la definición de Swati Chaturvedi, autora del concepto, es un “descubrimiento científico o una genuina innovación tecnológica que, además, quiere convertir el mundo en un lugar mejor”,
Aplicación de la tecnología Deep Tech
Chaturvedi, cofundadora y CEO de Propel(x), una firma de inversión, acuñó el término en 2014 porque quería alejarse del sector financiero y trabajar en proyectos que fueran más relevantes para la sociedad. Las deep tech son, según su definición, una nueva categoría de startup tecnológica. Lo que las diferencia del resto es su deseo de resolver los grandes problemas sin importar el ámbito o sector. Para hacerlo más comprensible, Chaturvedi menciona dos ejemplos: el uso del análisis de datos para ayudar a que los agricultores aumenten sus cultivos, o el diseño de un nuevo dispositivo médico que ayude en la lucha contra el cáncer.
Las deep tech son disruptoras, capaces de crear un nuevo mercado o alterar existentes pero siempre enfocadas a proveer soluciones dentro de lo que el informe ‘From Tech to Deep Tech’, de The Boston Group y Hello Tomorrow, define como megatendencias: el cambio climático, la escasez de recursos, o una demografía envejecida, que están generando un impacto en todas las industrias.
Su irrupción se apoya en un cambio de paradigma en el ecosistema, que refleja una mayor fluidez y dinamismo por parte de compañías, inversores y startups. En 2019, 8682 compañías presentes en 69 mercados estaban desarrollando proyectos de esta naturaleza, con Estados Unidos (4198) China (746) Alemania (455) Reino Unido (435) y Japón (363) a la cabeza. Tecnológicamente hablando, las áreas de mayor interés fueron la computación cuántica, biotecnología, fotónica y electrónica, drones y robótica.