Hace poco más de un siglo, un avance tecnológico revolucionó las estructuras industriales, sociales y humanas del mundo occidental: la introducción y popularización de la electricidad como fuente de energía popular, barata y accesible a todos.
Hasta entonces, la producción era muy ineficiente, ya que los industriales dedicaban muchos recursos en autoabastecer de energía a sus propias fábricas, hasta el punto que una gran parte del proceso industrial era la generación de energía propia. Con la distribución eléctrica a gran escala, las fábricas se conectaron a redes de energía barata y su foco se concentró en las mejoras de producción, desarrollándose las cadenas de montaje y posteriormente toda una estructura de máquinas herramienta y de robótica industrial. Cambiaron los roles en el trabajo, desaparecieron oficios con gran tradición y otros sufrieron dramáticas transformaciones. Pero también aparecieron muchas nuevas profesiones con mayor componente intelectual que permitieron progresar a una nueva clase media. Muchas empresas quebraron, como la fábrica de hielo Ice Company, que no pudo competir con los refrigeradores eléctricos. Otras supieron adaptarse al cambio, como aquel fabricante de velas que reorientó su producción industrial a la fabricación de jabones y detergentes: Procter & Gamble. La estructura social se dislocó: hasta ese momento la familia vivía estrechamente unida ya que se estructuraba alrededor de la chimenea o el fogón, su ritmo horario común era el del sol y se compartía la luz de una vela o un quinqué para leer o estudiar. Con la electricidad, cada individuo pudo aislarse en la luz y calor de su propia habitación independiente o vivir una vida ajena al ritmo solar en ciudades que nunca duermen. El mundo como lo conocíamos cambió, llevando a la humanidad a una nueva época.
Hace apenas 20 años un nuevo avance tecnológico llamado internet inició su desarrollo, y en los últimos 5 estamos notando su poderosa influencia en la industria, comercio, entorno laboral, sociedad y desarrollo del ser humano. Sí, es otra revolución industrial como la de la electricidad, pero su efecto va a ser mucho más disruptivo, rápido y global. Porque a diferencia de las anteriores cuyo impacto tomó tiempo y pudo ser asimilado gradualmente por la sociedad, internet se está implantando en el lapso de apenas una generación. Es una mente colmena que comparte y aprende de cada una de sus células, que genera círculos virtuosos y economías de escala y por tanto progresa geométricamente. Además, internet carece de un epicentro único, por lo que su penetración e influencia adquiere escala planetaria, llegando incluso a desequilibrar el actual statu quo del poder mundial establecido. Y cuenta con poderosos aliados: toda una nueva generación de nativos digitales que ya han olvidado que existía un mundo sin internet. Y no cabe duda de que también tiene muchos detractores: muchos han construido su modelos de negocio sobre ineficiencias que internet soluciona, e intentarán perpetuarlos a toda costa.