La Real Academia Española define jugar como “hacer algo con alegría con el fin de entretenerse, divertirse o desarrollar determinadas capacidades”. Aunque los tres fines son relevantes, es el desarrollo de capacidades el que nos interesa dentro del ámbito laboral.
El motivo es que el juego es una excelente herramienta para que los equipos de trabajo se conozcan con mayor profundidad dentro de una dinámica distendida pero con un propósito claro: estrechar vínculos, conocer las fortalezas y debilidades de cada uno y, finalmente, fortalecer el espíritu del grupo.
Beneficios del juego en equipo
El juego es un vehículo basado en técnicas que cohesionan y motivan a un grupo de personas para la consecución de unas tareas comunes. Fomentan virtudes como la solidaridad, la confianza, la seguridad, la cooperación y la colaboración, las cuales, una vez finalizado el juego, se siguen aplicando en las dinámicas de trabajo colectivo.
Entre otras cualidades, el juego permite que los integrantes de un equipo fortalezcan sus relaciones y su desempeño individual y grupal de las siguiente manera:
- Incrementa la creatividad en el proceso de generación de ideas y propuestas.
- Propicia tomar mejores decisiones, tanto individualmente como en conjunto.
- Aumenta la confianza en sí mismo del trabajador dentro del equipo, así como en el resto de sus compañeros.
- Genera un mayor entendimiento de los puntos de vista del resto de miembros del grupo.
- Crea un espacio para una mayor coordinación y comunicación: cada trabajador sabe no solo lo que debe hacer sino las tareas que están desarrollando los demás.
- Potencia cualidades individuales dentro del equipo como el liderazgo, la capacidad resolutiva o la comunicación.
- Ayuda a superar posibles dificultades, ya sea dentro del equipo o en procesos externos.
- Permite una mejor gestión del estrés.