La Real Academia Española define jugar como “hacer algo con alegría con el fin de entretenerse, divertirse o desarrollar determinadas capacidades”. Aunque los tres fines son relevantes, es el desarrollo de capacidades el que nos interesa dentro del ámbito laboral.
El motivo es que el juego es una excelente herramienta para que los equipos de trabajo se conozcan con mayor profundidad dentro de una dinámica distendida pero con un propósito claro: estrechar vínculos, conocer las fortalezas y debilidades de cada uno y, finalmente, fortalecer el espíritu del grupo.
Beneficios del juego en equipo
El juego es un vehículo basado en técnicas que cohesionan y motivan a un grupo de personas para la consecución de unas tareas comunes. Fomentan virtudes como la solidaridad, la confianza, la seguridad, la cooperación y la colaboración, las cuales, una vez finalizado el juego, se siguen aplicando en las dinámicas de trabajo colectivo.
Entre otras cualidades, el juego permite que los integrantes de un equipo fortalezcan sus relaciones y su desempeño individual y grupal de las siguiente manera:
- Incrementa la creatividad en el proceso de generación de ideas y propuestas.
- Propicia tomar mejores decisiones, tanto individualmente como en conjunto.
- Aumenta la confianza en sí mismo del trabajador dentro del equipo, así como en el resto de sus compañeros.
- Genera un mayor entendimiento de los puntos de vista del resto de miembros del grupo.
- Crea un espacio para una mayor coordinación y comunicación: cada trabajador sabe no solo lo que debe hacer sino las tareas que están desarrollando los demás.
- Potencia cualidades individuales dentro del equipo como el liderazgo, la capacidad resolutiva o la comunicación.
- Ayuda a superar posibles dificultades, ya sea dentro del equipo o en procesos externos.
- Permite una mejor gestión del estrés.
5 ejemplos de juegos de ‘team building’ fáciles y divertidos para fortalecer tu equipo de trabajo
Estas actividades, habitualmente, suelen diseñarse desde el departamento de Recursos Humanos, o bien están propuestas por coaches, psicólogos o sociólogos. Expertos, a fin de cuentas, tanto en comportamiento humano individual y grupal como en consecución de objetivos corporativos.
Los juegos pueden desarrollarse dentro de la oficina o pueden planearse como una actividad exterior. Ir a un escape room u organizar un paintball son dos ejemplos de esta última opción y, a su vez, suponen dos contextos en los que la dinámica de equipo o la estrategia están muy presentes.
En cuanto a actividades de team building pensadas para llevarse a cabo dentro de la oficina encontramos las siguientes:
1. Romper el hielo
Muy útil para equipos de trabajo que acaban de constituirse. Tal y como su propio nombre sugiere, se trata de fomentar la familiaridad entre sus integrantes. Según su tamaño, el grupo se divide en parejas o pequeños grupos que se entrevistan entre sus miembros. El cuestionario pueden prepararlo los propios integrantes o la persona que organiza la actividad. Una vez finalizan las parejas o grupos, estos van rotando hasta que todos han preguntado o respondido a cada cuestión.
2. El cliente imprevisible
Hay empresas o equipos de trabajo en los que la relación con el cliente es parte fundamental de su día a día. Este juego es una excelente experiencia para anticipar posibles escenarios que pueden darse, por inesperados que a priori parezcan.
Un integrante del grupo adopta el papel de cliente que se presenta en la empresa con una serie de dudas que el resto de miembros se encargará de responder. Para que el reto sea efectivo, ese ‘cliente’ deberá mostrar diferentes estados de ánimo –enfado, alegría, decepción– que tendrá que abordar el resto de integrantes.
3. El globo aerostático
Esta actividad plantea la siguiente situación: los participantes están en un globo sobrevolando el Parque Nacional del Teide. Tras unas horas, el globo empieza a perder aire. Avistan una isla, pero el agua está llena de tiburones y solo llegarán a su destino si uno de ellos abandona el aparato.
Ante esa situación, cada uno de los miembros adopta un personaje y un rol: un sacerdote, una periodista de la prensa rosa, un enfermero, una asesora política, un profesor de educación primaria y una funcionaria del Instituto Nacional de Estadística.
Siguiendo la premisa de que son los únicos supervivientes y hay que asegurar la continuidad de la especie, deberán decidir, por unanimidad, quién debe abandonar el globo tras exponer cada uno los motivos para salvarse. Esta actividad evalúa la capacidad de argumentación de los integrantes.
4. Cartas que cuentan una historia
Este juego busca resolver los problemas de comunicación y fomentar la alineación de objetivos comunes. Se puede utilizar una baraja de cartas con diferentes dibujos o directamente pintar en un papel sin valerse de palabras. La mecánica es sencilla: un miembro extrae cinco naipes al azar y diseña con ellos una historia coherente. Una vez ha concluido, le entrega las cartas a otra persona del equipo, que debe intentar reconstruir la historia y escribirla en un papel.
Las cartas van pasando por todos los integrantes del grupo, que van escribiendo su propia narrativa a partir de las cinco iniciales. Al terminar la actividad, se comparan las historias para ver quién se acerca más a la formulada por la persona que inició la actividad.
5. Bajo presión
Para testar cuál es la capacidad de respuesta en situaciones de alto estrés y optimizar los recursos y la coordinación de los integrantes, el elemento central de este juego es el tiempo. Se comienza creando dos grupos y se les asigna la misma prueba, normalmente completar un puzzle o resolver un enigma. Hacerlo con rapidez es el mayor reto, ya que se trata de resolverlo antes que el otro equipo.
La isla desierta
En este escenario entra en juego la capacidad de negociación. El equipo va a participar en una prueba de supervivencia en una isla desierta y solo podrá llevar consigo cinco objetos de una lista de diez que elabora el organizador. Ese listado puede incluir desde comida y bebida a herramientas para construir refugios, recolectar o cazar. Todos deben alcanzar el consenso sobre qué elementos incrementan sus posibilidades de supervivencia, y cada argumento individual permite evaluar el criterio de cada una de las personas que forman el equipo.