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China y la redefinición del nuevo orden mundial

Nacho de Pinedo
Autor
Nacho de Pinedo
Fundador ISDI
China y la redefinición del nuevo orden mundial

Hace unas semanas tuve la ocasión de visitar China y debo confesar que he vuelto impactado: he visto más tecnología aplicada en una semana en la ciudad de Shenzhen que en todos mis viajes por Silicon Valley.

El relato que los occidentales nos hemos tragado de China es profundamente engañoso: un gigante dormido, una industria manufacturera de imitación, una sociedad conformista… 

Pero la realidad es diametralmente opuesta: China es un dragón pujante que echa fuego, con un modelo industrial profundamente innovador y tecnológico, y una sociedad que legítimamente busca exactamente lo mismo que la nuestra: mejorar sus vidas.  Y lo está consiguiendo sin que nosotros nos demos cuenta.

  • China ha sacado a 880 millones de la pobreza extrema en los últimos 40 años.
  • En 1990 el PIB en paridad de poder adquisitivo de China representaba el 18% del de USA. 
  • En 2014 lo superó y no ha dejado de crecer. 

 

China domina exportaciones, balanza comercial, ahorro e inversión — y desplaza claramente a EE. UU. en el nuevo eje geoeconómico.

 

Shenzhen: el nuevo Silicon Valley

Shenzhen es el nuevo centro de la innovación tecnológica de Asia, y la tercera ciudad más grande de China solo después de Beijing y Shanghai, pero la mayoría de los occidentales no conocen esta ciudad (que por cierto tiene varios vuelos directos con Madrid y Barcelona a la semana) que es el escaparate del éxito de la planificación y resolución de este país.

En los 90, Shenzhen era un pueblito de pescadores, y hoy es la ciudad que más rascacielos construye al año del mundo, alberga a 20 millones de habitantes y es la cuna de grandes empresas tecnológicas chinas como Huawei, BYD, Tencent, TCL…  Con un agradable clima subtropical, Shenzhen abraza una gran bahía, y es una ciudad moderna, limpísima y nada contaminada, transitada por coches que en un 90% son eléctricos (conté más de 15 marcas de automóviles chinos) y el resto son vehículos de alta gama europeos, que en ningún momento transmite ninguna sensación de muchedumbre.

Todo en Shenzhen es tecnología: 

  • Los edificios de oficinas abren las puertas con vídeo reconocimiento facial, 
  • Los drones surcan sus cielos y pueden incluso entregarte tu comida en uno de los parques de la ciudad
  • Todos los ciudadanos han dejado atrás el dinero físico (no he visto un solo billete o moneda chino en todo el viaje) y usan la super app WeChat para pagar con el móvil hasta las cantidades más pequeñas.
  • Las cámaras son omnipresentes en calles y  edificios (y en los drones) en un país que ha  intercambiado privacidad ciudadana por delincuencia prácticamente inexistente.

 

Los habitantes de Shenzhen son cosmopolitas y visten las mismas marcas que los de cualquier capital de Europa, y disfrutan de sus innumerables  restaurantes, centros comerciales y centros de ocio.  A pesar de no hablar ni papa de español ni inglés se desviven por ayudarte a entender su idioma usando apps de traducción. Cuesta no comparar esta ciudad con San Francisco, hoy sucia y poblada de zombies fentanílicos y homeless.

Conecta con la realidad del mercado chino

Tech & Business made in China

Primera parada de nuestro itinerario. Visita a TCL CSOT en las afueras de Shenzhen.  Aquí se hacen la mayoría de pantallas LCD, LED del mundo: interactivas o plegables para móviles, de alta definición para TV… Nos adentramos en la planta, del tamaño de varios campos de fútbol, totalmente automatizada.

Brazos robóticos esculpen con fría eficiencia circuitos impresos sobre finas láminas de cristal de silicio en un ambiente esterilizado. En toda la planta solo alcanzamos a ver allí a lo lejos a 3 humanos con cascos amarillos vestidos con monos azules y blancos esterilizados revisando algún proceso al que las máquinas todavía no han llegado a resolver por sí mismas.

Siguiente parada, esta vez en E-Hub, una incubadora en el centro de la ciudad, junto a un laguito y con food trucks en la puerta. Entramos en la oficina de GJS Technologies, startup que fabrica robots de combate domésticos. Si, me estás leyendo bien, robots de combate. En una especie de arena varios robots de unos 50 cm de altura se enfrentan entre ellos manejados por humanos que se divierten mientras los robots se sacuden de lo lindo. Junto a ellos, un técnico de la empresa se ajusta un exoesqueleto que le conecta con un prototipo de androide más avanzado de 1,20 m. Cuando el humano mueve el brazo o gira el cuerpo, el robot replica a la perfección esos movimientos. Asusta pensar lo que esta tecnología podría hacer con robots de combate militares de tamaño más grande. 

Nueva visita, Smartmore, una startup de smart tech.  Este unicornio crea sistemas ópticos gestionados con IA aplicados al manufacturing inteligente, permitiendo un control de calidad nunca imaginado en piezas de tecnología microscópicas, desde lentes Zeiss, a los airpods de Apple o a rodamientos de precisión de coches de carreras.. 

Por último, visitamos MMD, uno de los líderes mundiales en la fabricación de drones de vuelo recreativos, para shows, agrícolas para transporte logístico y por supuesto para vigilancia de infraestructuras,  tráfico, delincuencia y usos militares. También fabrica unos futuristas rifles para anular drones en vuelo y tiene una sala de mando parecida a una torre de control desde la que se controla el tráfico de los drones.  El sector de UAS (Unmanned Aircraft Systems) o  sistemas de aeronaves no tripuladas promete un enorme desarrollo global y también es pujante en Shenzhen. 

 

El vecino Hong Kong

Shenzhen hace frontera con Hong Kong, tercer centro financiero mundial después de Nueva York y Londres y antigua colonia inglesa durante 150 años, cedida a China en 1997 con la promesa de mantener su sistema económico y de apertura al mundo libre durante los siguientes 50 años.  Desde la estación de metro, tras pasar los trámites aduaneros de una frontera que divide China Continental y la Región Administrativa Especial de Hong Kong, un tren rápido tarda 20 minutos en comunicar los centros de ambas ciudades, y conectar dos modelos económicos y sociales dentro de un mismo país.

Hong Kong está enclavada entre la península de Kowloon y la isla Victoria. En ella viven 6 millones de habitantes con una enorme comunidad internacional y el inglés se habla ampliamente. En Hong Kong se usa una moneda propia (Dólar de Hong Kong) diferente al Yuan o Renminbi chino, lo que mantiene a raya las diferentes inflaciones y tensiones financieras de ambos sistemas económicos.

Hong Kong, sigue teniendo ese sabor canalla y decadente de puerto colonial y mantiene edificios en los que se mezcla arquitectura china y europea, autobuses ingleses de dos pisos, coches que conducen por la derecha, mercados nocturnos de comida china y barcos con forma de sampanes que cruzan su bahía.  Hace 25 años el internacionall Hong Kong miraba al provinciano Shenzhen por encima del hombro.  Hoy ya no es así: Hong Kong financiero y Shenzhen tecnológico son las dos caras complementarias de la economía china.

 

Geopolítica y Geotecnología

Creíamos vivir en un mundo global pero a la vez convenientemente fragmentado en el que Estados Unidos y sus adormecidos aliados habían asignado a China el papel de maquiladora del primer mundo pero le negaban la consideración de un igual. 

Pero en los 2 últimos años estamos siendo testigos de una reorganización del tablero mundial que tiene una dimensión geotecnológica profundamente estructural anclada en la irrupción de la IA generativa como factor estratégico de competitividad mundial; y varios catalizadores tácticos en las políticas americanas neo-autárquicas de Trump y en el impacto geopolítico de las nuevas guerras en la frontera de Europa y Oriente Medio.  

Ante nuestra mirada atónita ya se están desplegando los jinetes que buscan el dominio de los ingredientes del nuevo orden global: 

  • las fuentes de energía para propulsar la nueva demanda provocada por la IA (renacer de las nucleares y de la importancia estratégica de Oriente Medio), 
  • las nuevas materias primas (China domina las reservas mundiales de tierras raras, claves para la fabricación de chips de última generación), 
  • la optimización de los modelos fundacionales (recordemos la sacudida financiera que generó la IA china DeepSeek), 
  • y por supuesto la atracción por el talento científico y tecnológico (cuando Trump rescindió los visados a los estudiantes internacionales de Harvard, las universidades de Hong Kong anunciaron la aceptación «incondicional» de esos alumnos)…

 

Conclusión

La redefinición del orden mundial ya está en marcha. Y para interpretarlo, anticiparlo y prepararnos, mirar hacia China es urgente y no opcional. 

No entender a China es no entender el mundo que viene.

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